Café Americano

El café no es originario de América, aunque los mayores productores de café se encuentran en este continente. Su llegada a América no caree de historias, o quizás mitos románticos que le dan brillo. Todo comenzó con los holandeses comerciando y cultivando café en sus colonias en lo que actualmente es Indonesia, alrededor de 1680. En esos años Holanda era una potencia comercial y era común que sus mercaderes y autoridades entregaran regalos de buena voluntad a potenciales clientes, o para mantener a potenciales enemigos apaciguados. Así en 1714 las autoridades de Ámsterdam regalaron al rey Luis XIV de Francia un árbol de café, el cual fue a parar al real Jardín Botánico de Paris, o Jardin des Plantes como se le conoce desde siempre.

 Coffee Plant Drawing

Ilustracion Botánica de Coffea Arabica, de la familia de plantas Rubiaceae

 

Advirtiendo la popularidad del café, en 1720 Gabriel De Clieu, oficial naval francés, y quien luego fuera gobernador de la isla de Guadalupe, embarcó a Martinica con al menos una planta de café obtenida en el Jardin des Plantes. Según cuenta, compartió su ración de agua con la planta durante el duro viaje para evitar que se secara. Como resultado de esta heroica travesía muchos le atribuyen los primeros plantíos de cafeto en América, en este caso en la isla de Martinica. Sin embargo, nosotros siempre pensamos que la historia no es tan lineal ni tiene un solo protagonista. Parece ser que los holandeses, en 1718, cultivaban el café en Surinam, y en 1715 ya había árboles cultivados en la colonia francesa de Santo Domingo (actual Haití). Por lo tanto, el mérito de ser el primero puede que sea de un holandés o un francés, más preocupados por hacer progresar su hacienda que por aparecer en los libros con una historia de sacrificio y visión comercial. Y por lo visto varios habían tenido la idea, porque en un período de 10 años el café comienza a aparecer por todas partes.

 

Así en 1727, otra historia, más romántica que la del francés De Clieu, cuenta que un marino portugués, Francisco de Mello Palheta, quería participar en el cultivo de café, pero no había manera de obtener semillas de la Guayana Francesa debido a que el gobernador de esa colonia se negaba a exportarlas. Sin embargo Palheta se las arregló para ser enviado en misión diplomática a resolver una disputa limítrofe. Durante su estadía en la Guayana Francesa logró seducir a la esposa del gobernador, que en secreto le regaló un ramo de flores que incluía semillas de café. Recuerden la fecha, 1727, a cientos de kilómetros de todo, atravesando selva a caballo, ríos y mar en veleros, en una colonia extranjera. Solucionó la disputa territorial, trayéndose semillas super valiosas y enredándose con la esposa del todo poderoso gobernador. Si la historia de Mello Palheta es verdadera, James Bond se queda pálido. Palheta hizo todo eso sin apoyo tecnológico ni autos super rápidos ni armas ultra secretas. Luego establecería su hacienda de café en Pará, estado del norte de Brasil y limítrofe con la Guayana Francesa y Surinam. De aquí el café se extendería por todo Brasil que se convertiría en el mayor productor mundial.

 

Apenas 3 años después, en 1730, el sacerdote jesuita José Gumilla en su libro El Orinoco Ilustrado, registró la presencia del café en la misión de Santa Teresa de Tabajé, en la actual Colombia, cerca de la desembocadura del río Meta en el Orinoco. Se supone que los jesuitas u otros viajeros, trajeron las semillas a Colombia alrededor de ese año, provenientes de las Guayanas y atravesando Venezuela. Por tanto, es muy posible que entre 1728 y 1730 comenzara su cultivo en ambos países.

 

Book The Illustrated Orinoco

 Ilustración engravada en una copia de Viajes Ilustrados c.1880 

 

Un dato. Entre Paramaribo, la capital de Surinam, y la misión mencionada por el padre Gumilla, hay aproximadamente 1600 km, en una ruta que va por mar y luego remonta el Orinoco. En 1730 eso era una aventura bastante seria. Es una lástima que no tengamos los detalles de sus protagonistas, pero con un buen café Frontino estamos seguros de que no les costará nada activar su imaginación.

Leave a comment

Name .
.
Message .

Please note, comments must be approved before they are published